Uno más de la familia
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Uno más de la familia

¿Qué necesita una familia para ser educadora de perros guía?, ¿cuánto tiempo están en casa?, ¿puede convivir con otros perros?. Son algunas de las preguntas que Ana Jarabo, supervisora de la Fundación ONCE del Perro-Guía (FOPG), nos responde en este audio-reportaje. La escuela está situada en Boadilla del Monte y lleva más de 23 años trabajando y cuidando a estos animales, que en el futuro serán el mejor amigo de las personas con discapacidad visual.

9 abr 2013


 

María martínez de Mora

Educar a un perro guía necesita de mucho más que el cariño habitual de cualquier animal de compañía. A los mimos hay que sumar disciplina y unas pautas adecuadas que consigan que el cachorro sea un buen compañero en el futuro. Para eso, la Fundación ONCE del Perro-Guía (FOPG), situada en Boadilla del Monte, lleva desde 1990 trabajando y escogiendo familias, que se encarguen de estos fieles amigos, durante los primeros meses de vida.

 

Para poder optar a educar a uno de estos cachorros, la fundación pide tres requisitos obligatorios y un cuarto, que puede variar en función de las circunstancias de los solicitantes. “Hay que vivir en la Comunidad de Madrid, disponer de vehículo propio y el cachorro tiene que estar siempre acompañado con alguien de la familia. Como mucho puede quedar solo 2 horas al día,  pero lo ideal es estar siempre con él y habituarle de una manera gradual a que se quede solo”, explica Ana Jarabo, supervisora de la fundación. El cuarto requisito es tener disponibilidad horaria por las mañanas. El veterinario que atiende a los cachorros trabaja en ese horario y los supervisores de la escuela de Boadilla también. Pero, si la familia pudiera conseguir horas libres se podría compaginar.

 

Para poder ser un buen educador de estos animales hace falta algo más que ganas y afición por los perros. La fundación es la encargada de dar las pautas y consejos necesarios a las familias, antes de entregar al cachorro. “Esto es como las adopciones de los niños. Vamos a casa, hacemos una entrevista, vemos las condiciones, la zona, conocemos personalmente a la familia. Y ahí damos bastantes instrucciones respecto a la educación del cachorro”, explica la supervisora.

 

Pautas de conducta

El mejor ejemplo para el perro es la propia familia. Ellos son los encargados de enseñarle lo que está bien y lo que no. Los hábitos deben respetarse tanto en casa como en la calle. “No ladrar, no pedir comida, no subirse a las encimeras de la cocina, no subirse a los sofás, a las camas “, son algunas de las pautas que deben seguir los que quieran educar a estos animales. Pero como cualquier cachorro debe jugar, ir a los parques, relacionarse con otros perros. “La idea del programa de educación de cachorros es que se socialice lo máximo posible y que se exponga al mayor número de estímulos”, añade Jarabo.

 

Primeros meses

El cachorro llega al nuevo hogar con apenas dos meses de vida. Un peluche en forma de animal, con el que es inevitable jugar, acariciar y enternecerse, cada vez que hace cualquier gesto.

 

Los primeros meses, el perro es nervioso y no para, “como un niño, que todo lo descubre, quiere buscar, jugar y morder. También duerme mucho pero cuando se despiertan son un poco trastos”, explica Ana.

 

Lo más difícil en la educación de un perro guía es la calle. “Quieren comer todo del suelo, saludar a todo el mundo, no quieren caminar, van entretenidos”. Pero según explican desde la escuela, “eso es solo una etapa que dura dos meses”.  “Hay veces que por las prisas de querer anticiparlo queremos que el cachorro vaya ya como un perro adulto. Y si te fijas en los cachorros que van por la calle, sea la raza que sea, los cachorros van mirando a ver quien le saluda, quien le mira, si se cruza con un perro. Por eso quizá lo que más cuesta es el caminar por la calle sobre todo los primeros meses”, detalla la supervisora.

 

Hijo único o con hermanos

La convivencia con otros perros es positiva pero hay que tener en cuenta las características del otro u otros animales. “El perro que hay en casa debe ser sociable, tranquilo y adulto, porque el que sea adulto ayuda a la socialización del cachorro y a su educación”, explica la supervisora.

 

Entrega y separación

El tiempo que transcurre entre que el cachorro esté con la familia es de 8 meses, aproximadamente. “Nosotros los entregamos con dos meses de edad y permanece en la familia hasta que cumple el año”. Un breve espacio de tiempo, en el que los educadores se encariñan con el animal y le considera uno más de la familia.

 

El momento de la separación es uno de los más difíciles para los educadores. “Les da pena separarse de él pero el perro se queda muy contento”, asegura Ana. “Él ha nacido aquí y al final es su casa, la escuela, por eso viene feliz, está con otros perros y se vincula enseguida con el entrenador. La familia es la que se queda más triste”.

 

Relación posterior

Las personas que hayan tenido a un cachorro guía en casa pueden tener contacto con ellos después, tanto en el periodo de seis u ocho meses que están en la escuela como cuando pasan a ser compañeros de otro usuario. “Pueden volver a visitarlo contactando con el entrenador e incluso cuando el perro ya tiene usuario, hablamos con la familia para que conozcan la usuario”.

 

Las familias repiten

La mayoría de las familias repiten la experiencia, según Ana Jarabo. “Yo tengo una familia que tiene 23 perros y muchos de ellos son perros guía. Incluso, hay familias que cuando el cachorro tiene 11 meses llaman para le den el siguiente y entonces el pequeño aprende del adulto”.

 

¿Dónde llamar o a dónde acudir para educar a un perro guía?

La forma más rápida para contactar es a través de la página web de la Fundación ONCE del Perro-Guía (FOPG). Ahí, se rellena un formulario, donde se anotan todos los datos y “nosotros nos ponemos en contacto con las familias que lo solicitan”. En la actualidad hay lista de espera, “porque hay más familias interesadas que nacimientos de cachorros”, cuenta la supervisora.

 

Los perros

Las razas más habituales son el Labrador, Golden retriever y el Pastor Alemán. Los tres son animales cariños, fuertes, sociables, adaptables a diferentes entornos, y sobre todo, fieles a sus mejores amigos, las personas con discapacidad visual.

 

El usuario y el perro son uno

El cachorro tarda entre seis u ocho meses en llegar de la casa de adopción a manos del nuevo usuario. La escuela le termina de preparar y educar, en ese tiempo, para su papel de guía.

 

Cuando conoce a su compañero, la filosofía es que “serán uno”, señala Ana. “Se establece una relación muy estrecha. Las familias muchas veces te dicen que se quedan con el perro cuando ya no guíe pero lo normal es que la mayoría de los usuarios se quedan con su perro. Si una persona con diez meses quiere al cachorro imagínate si está con él 10 años”. “Se convierten en uno”, subraya.

 

Los perros guía ayudan a miles de personas con discapacidad visual a eliminar barreras cuando caminan por la calle, acuden a su trabajo y suben a un autobús. El día a día de este colectivo es mucho más fácil gracias sus fieles compañeros de viaje.  

 

 

 

 

 

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