La Avenida Siglo XXI de Boadilla del Monte acogió hace unas semanas una concentración de vehículos Mini. Un automóvil con innumerables incondicionales por todo el mundo. Alrededor de él se reúne un grupo de apasionados amantes de la marca que los fines de semana, y en largas y coloridas caravanas, atraen miradas por carreteras y ciudades.
Considerado como el segundo coche más influyente del siglo XX, tras el Ford T, el Mini siempre ha sido un automóvil con personalidad, alegre y ligero, perfecto para quienes no quieren pasar desapercibidos. Muchos son los famosos que han demostrado su admiración por este vehículo; John Lennon cuando estaba deprimido salía a pasear en su Mini negro, Steve McQueen amaba el suyo y Enzo Ferrari cuando quería un poco de diversión cogía su Cooper, el mismo modelo con el que se desplaza a diario el expiloto Niki Lauda.
El Mini fue en el Reino Unido el coche de una época, al igual que el Volkswagen Escarabajo en Alemania, el Citröen 2CV en Francia o el Seat 600 en España. Sin embargo, ninguno consiguió traspasar de tal modo las fronteras como el modelo británico. Su trascendencia en otras facetas de la sociedad ha sido tal que incluso la minifalda, creada por Mary Quant, debe su nombre a este pequeño automóvil.
Cinco décadas de vida
Fue en 1959 cuando este coche puso sus ruedas por primera vez sobre el asfalto. Cuatro años antes el ingeniero Alec Issigonis, hombre de fuerte carácter y aficionado al gin tónic, dibujó el primer boceto en una servilleta de un restaurante de Suiza. Cuando salió de la cadena de montaje de la British Motor Corporation, en Longbridge, medía 3.05 metros de largo, 1.35 de alto y 1.40 de ancho. Su cilindrada era de 850 centímetros cúbicos y alcanzaba una velocidad máxima de 115 kilómetros por hora. Característico de su interior era el amplio compartimento que había en las puertas -según las malas lenguas Issigonis lo había diseñado para llevar una botella de ginebra y las tónicas- y la parte desguarnecida de la zona del volante.
Desde su mismo nacimiento el Mini no sólo se convirtió en parte de la historia del motor, sino que tuvo un papel destacado dentro de la sociedad, tanto de las clases populares como de las altas. Cuatro décadas después de que apareciera, el 14 de septiembre del año 2000 se fabricaba la unidad 5.300.000, la última de ellas. Ese día comenzó la leyenda.
Un año después BMW reinterpretó el Mini. En una época en la que lo vintage está de moda el éxito de la casa alemana ha sido notable, pero el nuevo coche no es capaz de concentrar tanta esencia en tan poco espacio como si logró su predecesor.
El Mini en la cultura popular
El Mini ha tenido su espacio en el cine y la televisión. Es recordado por ser el coche de Mr. Bean (Rowan Atkinson), y por aparecer en ‘Un trabajo en Italia’, película de 1969 escrita por Troy Kennedy Martin y dirigida por Peter Collinson, con Michael Caine en el papel protagonista. En 2001 se hizo un remake, pero ya con la reinterpretación del mítico modelo realizada por BMW.
En la canción ‘Las Casitas del Barrio Alto’, del cantautor popular chileno Víctor Jara, se hace una referencia al partir una de sus estrofas que dice “Fuman pitillos en Austin Mini”.
El Mini en automovilismo
En 1964 Paddy Hopkirk ganó el Rally de Montecarlo, en 1965 la victoria sería para Timo Mäkinen y en 1967 con Rauno Aaltonen. Todos ellos a los mandos de un Mini Cooper S.
En 2011 la empresa inglesa Prodrive construyó el Mini John Cooper Works WRC, una versión para rallyes basada en el Mini Countryman, con el que el equipo Mini WRC Team compitió en el Campeonato Mundial de Rally.
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