Último adiós al artista Arcadi Blasco

María Martínez de Mora

Sin ruido, en silencio y rodeado por los suyos, Arcadi Blasco Pastor se despidió el pasado viernes de un mundo al que criticó y al mismo tiempo le ofreció la solución a sus críticas. Comprometido con su arte y fiel a sus ideas, el artista siempre se mostró rebelde con la sociedad que le tocó vivir.

Arcadi nació en 1928 en Mutxamel (Alicante), tierra de la que partió con 19 años para conocer mundo y a la que regresó  en 1985, para contar lo que había aprendido. Su primer destino fue Madrid, donde se formó como artista en la Escuela de Bellas Artes. Cinco años más tarde terminó su carrera de profesorado en Valencia y cruzó la frontera para ampliar su visión como artista. Francia e Italia fueron sus dos países de referencia, en el último estuvo becado por la Academia de España de Roma. Allí entabló amistad con grandes cineastas, pintores y músicos, como Lucio Muñoz, Ataulfo Argenta, Esteban Sánchez, Luis García Berlanga, entre otros.

En el año 1955, Arcadi regresa a España para compaginar sus creaciones pictóricas con sus figuras de cerámica. En esa etapa comparte espacio con el alfarero Pedro Mercedes, en Cuenca y con los creadores sevillanos de Cerámicas Montalbán. Su primer taller se construyó en una nave del edificio del Museo de América situado en la Ciudad Universitaria de Madrid, lugar que compartió con el arquitecto Luis Feduchi.

La cultura fue su lema y con él buscó espacio por todos los rincones del país. Uno de ellos fue Majadahonda, donde estuvo más de 20 años. En la localidad se instaló junto a su mujer, la pintora Carmen Perujo, y sus hijos. Aquí puso en marcha un pequeño taller donde aprendió el vocabulario, la práctica y los fallos de la cerámica. Gracias a estos años, nacen `Los Cuadros cerámicos´ (1956-64), una forma de crear en la que el gesto se convierte en el protagonista de la obra.

Durante esta década, Arcadi expuso sus pinturas en muestras colectivas por todo el mundo, como la `Décima Trienal de Milán` o `La Cova´, obra que se pudo ver en el  Museo Reina Sofía de Madrid en el año 58.

No era partidario de calificar una obra por pequeña o grande, sino por su mensaje. Como ejemplo, la muestra que tituló `Muros y arquitecturas para defenderse del Miedo. Restos arqueológicos´, y con la que manifestó su disconformidad social en aquel momento.

Un año después regresa a Mutxamel y usa su experiencia artística para activar la cultura alicantina a través de distintas iniciativas. Constante y trabajador incansable, en este periodo abre el abanico de su creación y deja huella con esculturas como: `Monumento a la Constitución Española´ (1986),  `Homenaje a la Dama de Elche´ (1987), `Monumento al Pescador´ (1989) , entre otras.

Arcadi no solo fue artista sino también crítico con su realidad. Rebelde con lo que él calificaba como “injusto”. Ayer por la tarde, familiares y amigos le dieron su último adiós en Madrid.