El cura joyero que persigue un proyecto solidario

Redacción

Juan Román tuvo claro desde muy joven que quería ser sacerdote y ya son 18 años los que lleva ordenado como tal. Pero por aquel entonces otra vocación comenzaba también a aparecer en su vida: la del arte de la cerámica. Una pasión que tampoco quiso dejar de lado y para la que, igual de rápido, comenzó a formarse. Lo hizo de la mano de la famosa ceramista Pilar Pallarés. “Ella fue la que me inició en este mundo tan espectacular, porque cuanto más te vas metiendo, más te vas dando cuenta de las posibilidades que existen”, rememora Juan Román.

¿Y por qué la cerámica? Quizá, sigue recordando, porque siempre lo ha mamado. “Mis padres son panaderos y cuando yo era pequeño y hacíamos bollos o pastas, siempre había que esperar la respuesta del horno: nunca sabías como iban a salir”. Algo parecido sucede con la cerámica. “Tú haces la pieza, creas el esmalte, y después debes esperar la misma respuesta. Dependiendo de los grados, del tiempo que lo tengas, de la oxidación y en definitiva, de un montón de cosas más, la textura que coja o el color serán diferentes”. Por eso, a pesar de sus jornadas dedicadas a sus obligaciones religiosas, el tiempo libre que le queda lo dedica a trabajar con la cerámica, y desde hace tan solo unos meses, con los esmaltes al fuego sobre metal. En este caso fue una joven artesana argentina la que le ayudó a dar los primeros pasos. “La técnica es muy parecida, por eso una vez que estás en el mundo de la cerámica es muy fácil introducirte en el del esmalte”, continúa.

La posibilidad de tener un taller donde realizar sus piezas, reconoce, le ha allanado el camino. Dispone de uno propio en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, del que es su sacerdote y donde da clases de cerámica y esmaltes a los alumnos de entre 12 y 17 años que se encuentran internos en este centro escolar. “Les gusta, les relaja y les divierte mucho”. Es en este lugar donde dispone de un horno de cerámica, además de su última adquisición, un pequeño horno nuevo de esmalte sobre metal. Aquí es donde fabrica todo tipo de piezas, aunque en la actualidad se haya centrado en el tema de la bisutería: anillos, collares, colgantes, pulseras o pendientes. Piezas sencillas porque, dice con modestia, no se considera un artista, aunque sea él el que, en la mayoría de las ocasiones, piense los diseños. “Otras veces me fijo en lo que he visto en las ferias. No hay Navidad en la que no me acerque a alguna. La verdad es que me encanta pensar en ello. Voy en el coche y voy imaginando nuevas mezclas. Es más, antes no me fijaba en los colgantes de las mujeres o en sus pendientes, pero ahora estoy todo el tiempo fijándome en cosas que, por naturaleza, antes no hacía”, cuenta divertido.

Artesanía solidaria

Su pasión por el mundo de la artesanía no le ha hecho, sin embargo, desviarse de los motivos que le llevaron a ser sacerdote y que se centraban, sobre todo, en ayudar a los demás. Por eso, desde el principio, quiso encauzar su habilidad artesana en contribuir a que los más desfavorecidos vivan mejor. Este es el motivo de que ceda sus piezas a Eurocolegio Casvi de Villaviciosa de Odón, para que las pongan a la venta en el Mercadillo Solidario que este centro escolar realiza todos los años al final del curso, con el objeto de obtener financiación para su Fundación y para el proyecto de ayuda que desarrollan en la pequeña localidad peruana de Piura.

Juan Román siempre dice que “lo que nos vamos a llevar es lo que hemos entregado y hecho por los demás”. De esta manera, habiendo estado allí varias veces; habiendo puesto la primera piedra de un edificio para alojar, entre otras cosas, aulas taller para formar a los más jóvenes; nunca ha tenido dudas sobre lo que debía de hacer con sus pequeñas obras de artesanía. “Con cada euro que aportamos aquí, un niño puede comer allí cuatro días. Yo hago los cálculos así. Si he vendido un collar y con eso hemos sacado cinco euros para la Fundación, esto significa que ahora ya tiene un niño para comer 20 días. Y es que a mí nunca se me ha pasado por la cabeza sacar dinero de esto. Solo ha sido un hobby con el que ahora podemos conseguir dinero para el proyecto”.

Lo que nunca deja de sorprenderle es la tremenda acogida que tienen sus piezas y lo mucho que gustan a todo el mundo. Tanta es la expectación que incluso ha creado una página web dedicada a su venta. El 50% del dinero que logra de esta manera va para financiar, de nuevo, el proyecto en Piura. Eso sí, lo que no se siente es un bicho raro por ser sacerdote y artesano a la vez, ya que, dice, una cosa no riñe con la otra. Además, asegura haber conocido a otros muchos religiosos que como él son apasionados de otras especialidades artísticas.