Este sábado ha dicho adiós Antonio Benito Peña, pozuelero de nacimiento y de sentimiento. Su trayectoria como vecino comenzó en la calle, como uno más, y con el tiempo, sin moverse de la calle, creció y ayudó a que Pozuelo sea hoy un lugar en el que la cultura y la tradición se sostienen.
Su base siempre fue la creencia, en sí mismo y en lo que hacía. Hacer a partir de un creer. Así construyó su pirámide Antonio.
La primera piedra la puso en la música, a través de la Lira, de la que fue presidente hasta el año 1999. Después llego La Poza, el pasado de Pozuelo conservado a través de sus gentes. Aquí ocupó el puesto de secretario. Y su último escalón lo colocó en la Hermandad de San Sebastián, en la que trabajó como el que más para rendir homenaje a la tradición.
Fiel a la música, costumbres, cultura y tradición de Pozuelo y a sus colores futboleros, que no estaban dentro de las fronteras de Madrid. Seguidor del Athletic de Bilbao y aficionado a sus vecinos. Nunca cambió de chaqueta.
Decenas de personas se acercaron el sábado al tanatorio de Pozuelo para despedirse del pozuelero de corazón, Antonio Benito Peña.
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